1 Cuando pasó el sábado, María Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé compraron especias aromáticas para ir a ungir el cuerpo de Jesús. 2 Muy de mañana el primer día de la semana, apenas salido el sol, se dirigieron al sepulcro.
Marcos 16:1-2 (NVI)
«Una cosa es cierta», escribe William Barclay, «si Jesús no hubiera resucitado de entre los muertos, nunca hubiéramos oído hablar de él … La actitud de los discípulos era que todo había terminado en tragedia. Al poco tiempo, la mejor prueba de la resurrección es la existencia de la iglesia cristiana»
El pueblo judío no embalsamaba sus cuerpos en el primer siglo. Ellos vertían especias aromáticas sobre el cuerpo para contrarrestar el hedor de los cuerpos en descomposición, y para expresar su amor. Estas mujeres, al igual que los discípulos, no esperaban encontrar a Jesús vivo, a pesar de que había dicho repetidamente a los discípulos que después de tres días (Marcos 8:31; 9:31; 10:34).
Los arqueólogos han descubierto en las tumbas palestinas que datan del siglo I arcilla y botellas de vidrio, frascos de perfume para ungüentos, etc., que se utiliza para contener los aceites de perfume dulce para untar. Marcos dice que las mujeres compraron estas especias o aromatizantes para «ungir» el cuerpo de Jesús. Las mujeres vertían el aceite en los lienzos que José y Nicodemo habían enrollado alrededor de su cuerpo el sábado.
La palabra griega para ungir es: aleipho – y que puede significar lo siguiente:
«adecuadamente, frotar o manchar el aceite de oliva en el cuerpo. (aleipho).
Pero si vamos un poco mas allá, Ungir también trae curación y alivio cuando usas ciertos ungüentos en una herida y ¿qué sucede cuando tus heridas son refrescadas? todo se se convierte en sinónimo de alegría (fiesta).
También aleipho (ungir) suele aplicarse el aceite de oliva en la cara, para refrescar un invitado. El aceite también se aplicó a los pies para calmar el cansancio y como una muestra de honor (cortesía, respeto).
Hoy por hoy eso es exactamente lo que nuestras congregaciones y el mundo en general necesitan. La biblia enseña que la iglesia es el cuerpo de Cristo.
Él es la cabeza del cuerpo, que es la iglesia. Él es el principio, el primogénito de la resurrección, para ser en todo el primero.
Colosenses 1:18 (NVI)
Ese cuerpo en muchísimos lugares alrededor del mundo necesita de mujeres y hombres que estén listo para ungir.
1.- El ungüento del perdón y la reconciliación, que no solo sirve para las heridas que nos hacemos los unidos a los otros, sino que deja un maravilloso aroma de vida en nuestras familias y congregaciones.
1 ¡Cuán bueno y cuán agradable es
que los hermanos convivan en armonía!
2 Es como el buen aceite que, desde la cabeza,
va descendiendo por la barba,
por la barba de Aarón,
hasta el borde de sus vestiduras.
3 Es como el rocío de Hermón
que va descendiendo sobre los montes de Sión.
Donde se da esta armonía,
el Señor concede bendición y vida eterna.
Salmos 133:1-3 (NVI)
2.- Especies aromaticas que refresquen al cansado y seco en su propia fe. Palabras de animo, de consuelo y fe. Conversaciones que al finalizar solo dejen este sabor de boca de que algo maravilloso acaba de suceder y por que las personas comienzan a mirar que a tu lado pueden encontrar un momento de olor agradable.
3.- Aceite que da calma al alma cansada. Cada vez es mas el numero de personas que han servido a Dios y a sus congregaciones por muchos años y que lo que hoy sienten es cansancio. ¿Dónde están aquellos que han preparado ungüentos para estas almas fatigadas?
4.- Ungüentos que proveen excelentes oportunidades para mostrar respeto y honor los unos por los otros. Si la tradición de ungir un cuerpo era para mostrar amor y respeto ¿No crees que sea mejor idea mostrar ese amor y respeto hoy mismo mientras estamos vivos?
Estas mujeres dice la Biblia que prepararon ellas mismas estos ungüentos. Y a pesar del dolor y el cansancio del día anterior se apresuraron a tener todo listo para ese glorioso domingo. Quisiera que piensen por un minuto algunas cosas:
- Estas mujeres no esperaban que Jesús resucitara, pero por el simple hecho de ser fieles a su costumbre de ungir el cuerpo de su Maestro ellas pudieron ser testigos de este inolvidable evento.
- Así también nosotros aunque podemos estar ya convencidos que algo NO va cambiar, pero si seguimos haciendo las mismas cosas como orar, leer Su palabra, congregarte, buscar a los perdidos, es muy probable que el milagro este a la vuelta de la esquina.
- Estas mujeres prepararon todo. Esos ungüentos no surgieron por accidente fueron preparados, con amor y reverencia. Así mismo te invito a meditar que las mejores cosas en tu vida y tu ministerio no sucederán como resultado de algo fortuito o por accidente, sino por la planeación y decisión que tengas y como esto te conecta con tu creador.
Convertirte en una persona que unge a otros, para sanarlos, amarlos, mostrarles que les respetas.
El cuerpo de Cristo en muchos lugares tiene heridas, ha sido atravesado por la maldad de este mundo y por la inconsciencia e incongruencia de sus propios miembros.
Entre más son las heridas se necesita más ungüento.
Entre más cansancio existe se necesita más personas que ofrezcan reposo para el alma, no discordias y problemas.
No pares de ungir el cuerpo de Cristo aunque ese cuerpo pareciera que esta muerto, siempre podrá resucitar. ¡Jesús lo prometio!
Bendiciones.