Miremos una vez más el momento que estremeció el universo. El viernes el mundo había dejado muy claro que el miedo, la violencia y el terror son armas que se usan contra los que piensan diferente. Someter o destruir son los criterios que este mundo usa para tratar aquellos que no aceptan el status quo. Jesucristo no fue la excepción.
El sábado era el día de la oscuridad en el corazón. El ambiente festivo y de victoria de una semana antes era solo un recuerdo doloroso. Las voces que habían gritado: ¡Hosanna al que viene en el nombre del Señor! ahora estaban calladas por el peso de una roca que sellaba la entrada de aquella tumba.
… Pero llego el domingo; 1 El primer día de la semana, muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que habían quitado la piedra que cubría la entrada. 2 Así que fue corriendo a ver a Simón Pedro y al otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: —¡Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto! 3 Pedro y el otro discípulo se dirigieron entonces al sepulcro. 4 Ambos fueron corriendo, pero como el otro discípulo corría más aprisa que Pedro, llegó primero al sepulcro. 5 Inclinándose, se asomó y vio allí las vendas, pero no entró. 6 Tras él llegó Simón Pedro, y entró en el sepulcro. Vio allí las vendas7 y el sudario que había cubierto la cabeza de Jesús, aunque el sudario no estaba con las vendas sino enrollado en un lugar aparte. 8 En ese momento entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; y vio y creyó. 9 Hasta entonces no habían entendido la Escritura, que dice que Jesús tenía que resucitar. Juan 20:1-9 (NVI)
Cuando Pedro y Juan (que, la mayoría de los eruditos están de acuerdo, era “el otro discípulo”) escucharon el informe emocionado de María Magdalena, corrieron al sepulcro. Juan “…corría más aprisa que Pedro, llegó primero al sepulcro. Inclinándose, se asomó y vio allí las vendas, pero no entró.” (Juan 20: 4-5).
Juan miró a la tumba, pero no entró. La palabra griega usada aquí para “mirada” es blepo, “que denota sencilla vista” [Dr. Alvah Hovey, Un Comentario de Americano Sobre el NT, p. 396], a diferencia de una percepción más profunda de lo que se ve por los ojos. En otras palabras, los ojos de Juan vieron lo que estaba delante de él, pero él todavía no comprendió totalmente “cómo interpretar el fenómeno” [El Expositor Comentario de la Biblia, vol. 9, p. 189]. Pedro, por su parte, cuando llegó a la escena, se dirigió inmediatamente a la tumba, y “Vio allí las vendas y el sudario que había cubierto la cabeza de Jesús, aunque el sudario no estaba con las vendas sino enrollado en un lugar aparte.” (Juan 20: 6-7, NVI). Pedro “vio” – esta es la palabra griega theoreo, que significa “contemplar, contemplar, considerar, para ver con interés y atención, para llegar a un conocimiento de” [El Léxico Griego Analítico del Nuevo Testamento, p. 194]. Era una “mirada más cercana y cuidadosa, viva, e instructiva” que el de Juan [El Comentario del Púlpito, vol. 17, pt. 2, p. 465]. Juan echó un vistazo a la escena; Pedro se quedó mirándolo. La inspección de Pedro de la tumba fue más minuciosa y exacta que la de Juan” [Dr. Hovey, p. 396].
El mensaje que rodea la resurrección nos anima a aprender de estas dos «miradas».
Hagamos un breve ejercicio: Mira detenidamente las imágenes que aparecen en la parte de abajo, pero trata de mirarlas una por una como si estuvieran separadas. Y trata de contar la que esta pasando. Observadas una por una sin hacer trampa y trata de contarte la historia que las fotos nos relatan.
Al ver la primera imagen ¿qué pensaste que estaba ocurriendo? y ¿al ver la segunda? ¿Fue la misma historia al mirar todas las imágenes juntas? ¿Verdad que no?
La primera imagen por lo regular da la sensación de una pelea, de un ataque; y esto siempre genera miedo, adrenalina, deseos de pelear o huir. ¿Pero qué sucede cuando miramos el resto de las imágenes? La historia es diferente; nos encontramos que en lugar de guerra lo que hay es amistad, diversión y gozo.
Vivimos tiempos de gran distracción. No es fácil encontrar personas que se miren a la cara mientras hablan sin que un celular, pantalla o cualquier otra cosa nos robe la atención. Y sumado a eso, vemos nuestra vida solo en pequeñas imágenes que solo nos generan ansiedad, dolor, desesperación y sentimientos de fracaso.
Pero podemos aprender de que el apóstol Pedro no solo se quedo en la entrada de la tumba sino que entro y “contemplo, considero lo que había adentro, vio con interés y atención y eso le ayudo llegar a un conocimiento de que su maestro había resucitado.
Recordemos que después de que Jesús fue puesto en la tumba 62 …los jefes de los sacerdotes y los fariseos se presentaron ante Pilato. 63 —Señor —le dijeron—, nosotros recordamos que mientras ese engañador aún vivía, dijo: “A los tres días resucitaré.” 64 Por eso, ordene usted que se selle el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos, se roben el cuerpo y le digan al pueblo que ha resucitado. Ese último engaño sería peor que el primero. 65 —Llévense una guardia de soldados —les ordenó Pilato—, y vayan a asegurar el sepulcro lo mejor que puedan. 66 Así que ellos fueron, cerraron el sepulcro con una piedra, y lo sellaron; y dejaron puesta la guardia. Mateo 27:62-66 (NVI)
Pero como sabemos el sello fue roto, la piedra removida y los guardias vencidos por el terror ante el milagro de la resurrección.
¿Por que dejo Jesús las vendas en el suelo y el sudario doblado en otra aparte?
«De acuerdo con la costumbre de los entierros judíos, envolvieron el cuerpo de Jesús untado con las especias en largos lienzos de lino.»
Juan 19: 40
“Esto era prueba de resurrección, porque si alguno lo hubiera trasladado no hubiera desnudado su cuerpo. Y si lo hubieran robado, los ladrones no hubiesen cuidado de quitarle y envolver el sudario poniéndolo en un sitio diferente del de los lienzos, sino que hubieran tomado el cuerpo como se encontraba. Ya había dicho San Juan que al sepultarle lo habían ungido con mirra, la cual pega los lienzos al cuerpo. Y no creas a los que dicen que fue robado, pues no sería tan insensato el ladrón que se ocupara tanto en algo tan inútil.” (S. Juan Crisóstomo, in Ioannem, hom. 84)
Entonces el discípulo que había llegado primero a la tumba también entró y vio y creyó,
Juan 20:8
Lo que Juan vio no podía tener otro significado que la resurrección de Jesús. De eso estaba convencido. El creyó. No vio a los ángeles y todavía no había visto a Jesús, pero el testimonio del sepulcro vacío y la presencia de los lienzos y el sudario era convincente. Un poco después Tomás dijo, «Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré» (20:25), pero aun antes de ver a Jesús Juan ya estaba convencido de la resurrección.
Te invito a mirar con atención a tu alrededor el día de hoy, es probable que encuentres muchas razones para creer.
Te invito a contemplar. Contempla lo asombroso que es el día que tienes frente ti. Considera, no des por hecho las cosas, no pierdas tu capacidad de asombro, recuerda que solo aquellos que son como niños podrán entrar en el reino De Dios Mira con interés y atención, Esto es clave, cuando estes en un lugar, cuando hables con alguien, pon todo tu interés, mira a los ojos, haz preguntas, se curioso, mira los detalles. Y la meta de todo esto es llegar a un conocimiento mas profundo de lo que estas contemplando.
Esto ayudo a la fe de los discípulos, también puede ayudarte en tu búsqueda por resurgir.
El mensaje de la resurrección también puede sanar tu mirada y llenarte de fe.
Bendiciones.
Muy bello mensaje. Gracias por ayudarnos a resurgir. A por cierto creo que falta la primera imagen donde se ven los lobos atacando al oso.
Muchas gracias
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