RESURGIR | Día 11 | El ausente

Dia 11

24 Tomás, al que apodaban el Gemelo, y que era uno de los doce, no estaba con los discípulos cuando llegó Jesús. 25 Así que los otros discípulos le dijeron:

—¡Hemos visto al Señor!

—Mientras no vea yo la marca de los clavos en sus manos, y meta mi dedo en las marcas y mi mano en su costado, no lo creeré —repuso Tomás.

26 Una semana más tarde estaban los discípulos de nuevo en la casa, y Tomás estaba con ellos. Aunque las puertas estaban cerradas, Jesús entró y, poniéndose en medio de ellos, los saludó.

—¡La paz sea con ustedes!

Juan 20:24-26

El evangelio de Juan nos da a entender que en la primer ocasión que Jesús se apareció a sus discípulos, Tomás (uno de los doce discípulos) no se encontraba con ellos. Así que después de que Jesús hubiera pasado tiempo con ellos, brindado paz, confianza y pruebas de su resurrección, Él los dejo y fue después de eso que Tomás llego al lugar donde todos estaban reunidos. Me imagino el alboroto, el animo, la sorpresa que había en la cara de los discípulos. Es en ese ambiente en el que los encuentra Tomás y sin mas preámbulo el resto de los apóstoles le declaran a su amigo que el Señor se había aparecido vivo y que ellos lo vieron.

La respuesta es contundente y me imagino dejo helados al resto de aquellos hombres:

—Mientras no vea yo la marca de los clavos en sus manos, y meta mi dedo en las marcas y mi mano en su costado, no lo creeré —repuso Tomás.

Esta declaración es la que ha hecho que a Tomás se le conozca como el incrédulo y desconfiado. La razón era que había estado ausente de la primera aparición donde Jesús había mostrado las manos y su costado al resto de los apóstoles, pero Tomás no había estado ahí para verlo.

Pero la pregunta es: ¿A Tomás siempre se le conoció como incrédulo? Para responder esta pregunta necesitamos mirar otro evento en su vida:

14 Entonces Jesús, por eso, les dijo claramente: “Lázaro ha muerto; 15 y por causa de ustedes me alegro de no haber estado allí, para que crean; pero vamos a donde está él.” 16 Tomás, llamado el Dídimo (el Gemelo), dijo entonces a sus condiscípulos: “Vamos nosotros también para morir con El.”

Juan 11:14-16 (NBLH)

Bastante tiempo antes de la muerte de Jesús en la cruz, hubo un momento en la vida de Tomas en que él estaba listo a morir por y con su maestro. Ese momento fue cuando Jesús fue avisado de que su querido amigo Lazaro estaba muy enfermo y al poco tiempo falleció. En ese momento Jesús decide encaminarse a Judea, región donde vivía Lazaro y sus hermanas Maria y Martha. El único problema era como lo relata el mismo Juan era que la vida de Jesús corría peligro en esa región y por consiguiente la de sus discípulos. Al punto que le dijeron:  —Rabí —objetaron ellos—, hace muy poco los judíos intentaron apedrearte, ¿y todavía quieres volver allá?  (Juan  11:8 NBLH)

Es en medio de esta tensión donde encontramos versos más adelante a nuestro Tomás diciéndole a los demás discípulos: “Vamos nosotros también para morir con El.” Los comentarios de este pasaje son variados. Para algunos Tomás esta expresando su inmenso amor y fidelidad a su Maestro que esta frase la esta diciendo con toda convicción y valor, expresando también que aceptaba cualquier destino que tuviera que vivir al lado de Jesús, incluso la muerte. 

Por otro lado se pudiera entender como alguien pesimista que esta diciéndole a sus compañeros, que al ir con Él (Jesús) tambien vamos a morir; frase que nace por el peligro eminente que significaba ir al lado de este joven maestro al que más y más personas se volvían sus enemigos.

Como haya sido, yo veo dos cosas:

  1. Tomás sabia que la decisión de seguir a Jesús implicaba poner su vida en peligro.
  2. A pesar de saber esto último, decidió quedarse a su lado todo el tiempo.

La pregunta es ¿por qué? ¿Por qué sabiendo que su vida corría peligro decide convertirse en su discípulo y permanecer cerca de él? Por la misma razón que la mayoría de nosotros tomamos decisiones: ESPERANZA.

  • Cada día salimos de casa con la esperanza de regresar.
  • Contraemos matrimonios con la esperanza de que tendremos una maravillosa vida al lado de la persona amada.
  • Aceptamos un empleo o iniciamos un negocio con la esperanza de que seremos prosperados y nuestros sacrificios tendrán una recompensa ahora en el futuro.

Si no fuera así, ni siquiera nos levantaríamos de nuestras camas ¿no es así? Esta más que documentado que cuando pacientes que padecen diferentes enfermedades tienen esperanza de sanar ó de estar de nuevo con sus seres queridos, ellos tienen mayor posibilidad de recuperar la salud a comparación de las personas que carecen de esta esperanza.

El único problema con esto es que también implica un riesgo. El riesgo de que lo que esperamos no suceda y al final terminemos defraudados. Y esto último es muy doloroso. ¿Qué sucede cuando en el día termino de forma fatal, cuando el matrimonio se convierte en la peor pesadilla, cuando el negocio se pierde ó el trabajo de tus sueños se lo dan a otro? ¿Qué pasa ahí?

¿Qué pasa cuando estas dispuesto a dar la vida por el Mesías y al final resulta que la muerte termino con tus sueños de un futuro mejor?

Después de eventos como estos muchos preferimos ya no tener esperanza, por que duele chocar contra el muro de la realidad. ¿Para qué enamorarme de nuevo si me van a lastimar? Es el pensamiento de muchas personas que han resultado heridas en alguna relación amorosa. ¿De qué sirve ser parte de un iglesia o servir en una después de pasar momentos  amargos con otros miembros de iglesias?

Tal vez esto nos ayude a ser más empáticos con Tomás y ponernos en sus zapatos aquel día en que los discípulos le dijeron: El Señor ha resucitado y el no podía creerlo.

—Mientras no vea yo la marca de los clavos en sus manos, y meta mi dedo en las marcas y mi mano en su costado, no lo creeré —repuso Tomás.

Esta puede ser la respuesta de alguien que estaba tan asombrado y feliz y temeroso al mismo tiempo que solo dijo lo primero que se le vino a la mente ó es la frase de alguien que en verdad dudaba que Jesús estuviera vivo. Como allá  sido veo honestidad. Es probable que todos los demás lo hayan pensado cuando las mujeres fueron a avisar y cuando los otros dos discípulos que Jesus encontró rumbo a Emaús fueron a dar la noticia de la resurrección. Pero el único que lo expresa en Tomas. Eso me agrada de él.

En todos existe un dualismo. No aceptar eso seria ser bastante ingenuos. Nadie es totalmente luz o totalmente oscuridad. Nadie es completa fe o completa duda. Tomás nos representa muy bien a la mayoría de nosotros. ¿Cómo trata Jesús a los que dudamos? ¿Cómo reacciona nuestro maestro con aquellos de nosotros que muchas veces no contamos con una fe como la roca?

26 Una semana más tarde estaban los discípulos de nuevo en la casa, y Tomás estaba con ellos. Aunque las puertas estaban cerradas, Jesús entró y, poniéndose en medio de ellos, los saludó.

—¡La paz sea con ustedes!

Juan 20:26

Primeramente Jesús nuevamente ofrece paz.

Notemos que Jesús dejo que  pasaran 8 días hasta la siguiente aparición. ¿Te puedes imaginar qué habría pasado por la mente de Tomas todos esos días?

27 Luego le dijo a Tomás:

—Pon tu dedo aquí y mira mis manos. Acerca tu mano y métela en mi costado. Y no seas incrédulo, sino hombre de fe.

28 —¡Señor mío y Dios mío! —exclamó Tomás.

Juan 20:27-28

Esta segunda visita a los apóstoles tenia un objetivo muy especifico: hacer RESURGIR la fe de Tomás. Después de saludar Jesús se dirige inmediatamente a este apóstol y le concede su petición. Me imagino que Tomás quedo petrificado de la emoción y humillado por el ofrecimiento que solo alcanzo a exclamar la maravillosa frase: —¡Señor mío y Dios mío! Por fin este discipulo llegaba a la cuspide de su fe.

Y es en ese momento donde Jesucristo hace una de las declaraciones mas maravillosas de todas para los que vivimos después de los apóstoles: v.-29 —Porque me has visto, has creído —le dijo Jesús—; dichosos los que no han visto y sin embargo creen.

Algunas lecciones:

  1. Todos lo que hoy dudan ó aparentemente son sarcásticos ó pesimistas tienen una historia detrás, la mayoría de las veces de muchas esperanzas rotas, así que tratémoslos con amor y respeto.
  2. Todos podemos un día prometer dar la vida y al otro día dudar de lo que creemos y eso no quiere decir que no podamos renovarnos como lo hizo Tomás y hasta el mismo Pedro.
  3. Ser honestos con nuestros deseos y necesidades puede llevarnos a satisfacerlas.
  4. No importa si parece tardar, Jesús busca a los suyos como un buen pastor.

Te animo a ser abierto con tus dudas en tu oración de esta mañana y aún con tus esperanzas rotas ó tus heridas si las tienes; y busca recordar a que más dichosos son los que creen sin haber visto.

 

Bendiciones.

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