Sucedió mientras salí a correr por la mañana. Ahí estaba ella gritándome que la mirara, gritándole a todo el mundo que las probabilidades pueden ser desafiadas.
Esa pequeña pero hermosa flor que crecía en el pavimento me dejó una gran lección: la de tener una vida desafiante. Una vida que ponga en entre dicho las ideas y costumbres que muy cómodamente aceptamos en nuestra sociedad pero que nos limitan y secan el alma.
Cualquiera podría pensar: “¡el concreto no es un lugar donde una flor puede crecer!”, así es, pero a algo verdaderamente vivo no lo puedes detener. Es probable que esta flor sólo durará un día pero si su propósito era el de recordarme que nunca dependa de la lógica, ni de las leyes que existen en la mente de otros, ni de las experiencias ajenas y que cada vida es única, hermosa y tiene un propósito, entonces aquella flor cumplió su misión. Estoy convencido de que el blanco y el rojo de esta flor nunca habían destacado tanto como en aquel momento, creciendo en medio de lo imposible.
Muchos de nosotros nos quejamos de no haber crecido en el lugar ideal, que no fuimos a la escuela correcta o que no fuimos criados por la familia adecuada como para alcanzar grandes logros. Deja que esta flor te diga, lo que por el simple hecho de estar vivo, a lo que tienes derecho: a la grandeza. ¿Suena a autoayuda, a superación personal barata? No lo sé. Lo que sí se es que nuestra vida es corta y pasajera. La biblia es clara en eso:
porque:
Toda carne es como hierba
y toda la gloria del hombre como flor de la hierba.
La hierba se seca y la flor se cae;
1 Pedro 1:24
Pero también son claras las promesas que Dios tiene para aquellos que buscan algo más que morir de aburrición cada día. Aquellos que en sus corazones saben que hay algo más que conformarse con seguir la dirección de toda la gente, algo más que las modas y las creencias de que conformarse con la vida que tienes es más que suficiente.
En Romanos 2:6-7 (NVI) el apóstol Pablo nos dice que: Dios «pagará a cada uno según lo que merezcan sus obras». Él dará vida eterna a los que, perseverando en las buenas obras, buscan gloria, honor e inmortalidad.
¿Qué estás buscando tú en el tiempo que se te ha dado llamado vida? ¿Anhelas gloria? ¿Estás en busca de honor? ¿Piensas cada día en la eternidad? Mucha gente sí lo hace, solo que lo busca en lugares equivocados como el reconocimiento de las demás personas. Otros buscan el honor en títulos y nombramientos hechos por otros seres humanos. Otros más desean encontrar la eternidad en ser recordados por sus logros. La triste realidad es que todo esto sigue siendo vana ilusión, seguimos siendo la flor que se seca por la tarde.
Reconozco mi hambre de esta búsqueda en mi corazón. Tengo un gran hambre de buscar gloria, honra e inmortalidad. Ahora sé dónde puedo encontrar lo que mi alma está buscando.
Dios me ha prometido:
Yo, el Señor, Dios de Israel, lo afirmo. Yo honro a los que me honran, y humillo a los que me desprecian. 1 Samuel 2:30 NVI
¿Qué puedo hacer con algo tan claro? ¿De dónde viene la verdadera honra? Es interesante que en el vocablo hebreo de la palabra honra el significado es: preferir y enaltecerse. ¿En verdad deseo que los hombres sean los que me prefieran o me enaltezcan o que sea Dios mismo el que desee honrarme? La respuesta es sencilla.
¿Qué hay de la gloria? Jesús fue muy claro cuando declaró:
¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros y no buscáis la gloria que viene del Dios único? Juan 5:44
En todos lados incluyendo los círculos cristianos buscamos cosas que nos provean cierta gloria, reconocimiento y autoridad. Pero ¿cuál es la gloria que deberíamos desear? Jesús lo dejó muy claro: ¡la gloria que viene de Dios! Para eso existe una palabra que no debemos olvidar: Shekinah.
¿Qué es Shekinah?
Shekhináh (שכינה – transliteraciones alternativas Shejiná, Shekinah, Shechinah, Shekina, Shechina, Schechinah)
Es la palabra en español para la traducción del hebreo que significa la gloria o radiancia de Dios o presencia de Dios. Es derivado del verbo Hebreo ‘sakan’ o ‘shachan’ – que significa morar o residir, y se usa para denotar la habitación o morada de Dios, especialmente en el Templo de Jerusalén.
En hebreo rabínico antiguo, la palabra se usa con frecuencia para referirse a los nidos y a la costumbre de las aves de habitar en ellos. De la misma manera, en el pensamiento judío clásico la Shejiná se refiere a a la habitación o morada de la presencia divina, hasta el punto de que en la proximidad a la Shejiná se percibe con mayor fuerza la comunión con Dios.
Cuando pude comprender esta definición, mi visión de mi búsqueda de gloria cambió completamente. La mayor parte del tiempo había buscado la aprobación de los hombres, los honores y reconocimiento de aquellos a mi alrededor. Pero con el tiempo me di cuenta de que eso me dejaba más y más vacío porque no dejaba que la presencia de Dios gobernara mi vida. Vacío al no honrarlo realmente por que mis ojos estaban puestos en la creencia errónea de que si recibía honra de mis semejantes quería decir que iba por buen camino.
¿Qué tiene que ver esto con una vida desafiante? TODO.
El resultado de buscar la honra y gloria que viene de Dios desafía a todo aquel que no lo hace. Una vida así pone en tela de juicio toda creencia incluyendo a la cristiana que promueva el temor a los hombres más que a Dios.
Jesucristo tuvo la vida más inspirante y al mismo tiempo desafiante de todos los tiempos. Él nos sigue desafiando con sus enseñanzas. Su vida fue y sigue siendo provocadora. Es la flor que crece entre el concreto mientras todos quieren crecer en una maceta porque la lógica dice que sólo ahí o en el campo se pueden lograr crecer.
Jesús nos desafía a vivir de otra manera, una por la que tal vez pongas en riesgo tu propia vida, una manera en la que no todos entenderán por qué eres como eres. Pero será sin duda la vida a la que Dios honrará, llenará de gloria y otorgará inmortalidad para vivir para siempre con Él.
En Isaías 43:19 Dios quiere dejarnos saber con claridad lo siguiente:
¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta? Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados.
En pocas palabras, Dios mismo, por amor a nosotros desafía la lógica y la costumbre, y Él quiere que nosotros también lo hagamos. Si Él abre camino en el desierto y crea ríos de la nada ¿que crees que hará Él contigo y conmigo si decidimos creerle a Él?
Aquella pequeña flor me dejó claro que Dios sigue cumpliendo sus promesas.