CREENCIAS LIMITANTES

Creencias limitantes

 «Las creencias son órdenes incuestionadas que nos dicen como son las cosas, qué es posible y que no lo es, qué podemos hacer y que no. Configuran cada una las acciones, pensamientos y sentimientos que experimentamos.»

 

Este no es un post de corte religioso, es verdad que soy cristiano pero también soy Life Coach y al hablar el día de hoy del tema de Creencias, les anticipo que cuando uso la palabra “creencia” no estoy haciendo ninguna referencia a ningún tema de fe en términos de religión.

Pero aún como ministro y coach me interesa escribir de este tema ya que todo el tiempo trato con personas y estas personas viven con creencias que los pueden limitar en sus vidas y a la vez estas mismas personas forman familias, organizaciones e iglesias.

Uno nunca sabe si nuestros gobernantes, policías, maestros, predicadores, lideres religiosos, médicos, abogados, gerentes o cualquier persona con la que interactuemos en el día a día, son seres humanos llenos de estas ideas que llamaremos “creencias limitantes” ¿Qué significa eso? ¿Cómo ese tipo de creencias tienen impacto en mi? ¿Cómo puedo cambiar si soy alguien con vive con creencias limitantes? De esto intenta tratar este post.

 

¿Qué son las creencias?

La Real Academia Española (RAE) define a la creencia como: el firme asentimiento y conformidad con algo.

La creencia es la idea que se considera verdadera y a la que se da completo crédito como cierta.

En las palabras de Anthony Robbins, las creencias son órdenes incuestionadas que nos dicen como son las cosas, qué es posible y que no lo es, qué podemos hacer y que no. Configuran cada una las acciones, pensamientos y sentimientos que experimentamos.

Existen creencias potencializadoras y creencias limitantes. Las primeras son aquellas ideas que nos ayudan a sacar lo mejor de nosotros mismos, las segundas ponen grilletes y cadenas en nuestras manos y pies. Las creencias limitantes paralizan y lo peor es que ofrecen razones para vivir de esta manera: limitados y creyendo que eso esta bien y no podremos hacer nada al respecto.

Henry Ford decía una frase que resume muy bien este tema: “Si crees que puedes, tienes razón; si crees que no puedes, tienes razón”.

 Algunos ejemplos de creencias limitantes que nos decimos constantemente:

  • El que no tranza no avanza”
  • “Todos tienen un precio”
  • “Toda la gente miente”
  • “El que nace para maceta del corredor no pasa”
  • “Yo no nací para hablar en publico”
  • “Nunca seré un buen padre o madre”
  • “La letra con sangre entra” (¿Quién se acuerda de esta? Aouch!)
  • «Soy un tonto» (algo que muchos repiten cuando comenten un error)
  • Y muchos más etcéteras.

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¿De donde nacen nuestras creencias?

La mayoría de nuestras creencias son generalizaciones sobre nuestro pasado, basadas en las interpretaciones de experiencias dolorosas y placenteras.

Lo que pudimos o no pudimos hacer y que se transforma en una profecía para nuestro presente y futuro y con ella nos saboteamos a nosotros mismos.

En términos prácticos es cuando éramos niños escuchamos algo como: “Pedrito, tu nunca servirás para la escuela”, Cuando una madre enojada grita a su hijo: “Eres igual que tu padre” el gran drama de esta frase es cuando el padre es borracho, irresponsable, violento y alejado; por consiguiente aquella frase entra en la mente del pequeño con la posibilidad de convertirse en una profecía para su futuro. Cuando un patrón constantemente le recuerda a su empleado “Tu no sirves para nada, agradece el salario que recibes. Si tu renuncias a tu puesto nadie te contrataría”.

Estos son solo algunos ejemplos de ideas y juicios que otros tienen de alguien más. El problema viene cuando nosotros creemos ó generamos por nosotros mismos ese tipo de ideas y las aceptamos como ciertas para nuestras vidas. Es ahí cuando se vuelven creencias que limitan nuestra vida y desarrollo. Ya que esas ideas van acompañadas de emociones que la mayoría de las veces son dolorosas y por consiguiente difíciles de olvidar.

Déjenme explicar esto con una breve historia que Anthony de Mello escribió:

Cuando, cada tarde, se sentaba el gurú para las prácticas del culto, siempre andaba por allí el gato del ashram (monasterio) distrayendo a los fieles. De manera que ordenó el gurú que ataran al gato durante el culto de la tarde.

Mucho después de haber muerto el gurú, seguían atando al gato durante el referido culto. Y cuando el gato murió, llevaron otro gato al ashram para poder atarlo durante el culto vespertino.

Siglos más tarde, los discípulos del gurú escribieron doctos tratados acerca del importante papel que desempeña el gato en la realización del culto como es debido.

Cuando leo esta historia no puedo evitar preguntarme ¿Cuantos gatos (creencias) hay en mi vida? ¿Qué tal tú? ¿Cuantas cosas haces solo porque otros las hicieron por que funcionaron en su momento pero que ahora es posible que ya no sean necesarias?

No son las circunstancias de nuestras vidas las que nos configuran sino nuestras creencias de lo que significan esas circunstancias.

Si aun no ha quedado claro el poder de las creencias en nuestras vidas, pongamos atención a la siguiente historia:

Era un hombre amargado, cruel, alcohólico y drogadicto que estuvo a punto de matarse en varias ocasiones. En la actualidad cumple una sentencia de cadena perpetua por asesinato. Tiene dos hijos nacidos con apenas once meses de diferencia uno de los cuales creció para ser «justo como el papá»: un drogadicto que vivió del robo y de las amenazas a los demás, hasta que también acabó en la cárcel por intento de asesinato.

Su hermano, sin embargo, tiene una historia diferente: un hombre que educa a tres hijos, disfruta de su matrimonio y parece realmente feliz. Como director regional de una gran empresa nacional, su trabajo le ofrece desafíos y recompensas. Es una persona físicamente delgada, y no es adicto ni al alcohol ni a las drogas.

¿Cómo es posible que estos dos hombres hayan resultado ser tan diferentes después de haber crecido ambos en el mismo ambiente?

A ambos se les preguntó en privado, sin que supieran que también se le había preguntado al otro: «¿Por qué ha dirigido su vida por éste camino? Sorprendentemente ambos dieron la misma contestación:

¿En que otra cosa podría haberme convertido después de haber crecido con un padre como el mío?

Esta respuesta refleja como cada ser humano es responsable de su vida actual de acuerdo a las creencias o ideas que dirigen sus pensamientos.

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Es tan importante y aun espiritual este tema que la misma Biblia declara: “No vivan ya según los criterios del tiempo presente; al contrario, cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto.” (Romanos 12:2 DHH)

En primer lugar la escritura nos aconseja a no vivir de acuerdo a criterios de este tiempo. Se define criterio como: Norma, regla o pauta para conocer la verdad o la falsedad de una cosa ó Juicio para discernir, clasificar o relacionar una cosa. En pocas palabras son ideas a las que les otorgamos poder y autoridad sobre nuestras vidas.

En segundo lugar y lo más importante es que solo cambiando tu manera de pensar, podrás cambiar tu manera de vivir. Tu manera de pensar puede llevarte a crecer, a dar, a amar, a perdonar y ayudar o por otro lado, puede también condenarte a vivir amargado, frustrado, paralizado, presa de tu pasado y del rencor.

Por ejemplo una de las creencias mas poderosas en las organizaciones, llámense empresas, familia o iglesias  es la idea de que es necesario controlar las cosas especialmente en las crisis. Muchos tenemos miedo a esta palabra: CRISIS. Así que a mayor crisis mayor control, es la creencia que reina en muchísimos lugares. Esta creencia nos limita porque por tratar de ejercer mayor control, terminamos matando o haciendo a un lado la flexibilidad o la libertad que son dos cosas donde nacen mejor la creatividad, la comunicación efectiva y la confianza.

Cuando tratamos de controlar todo: a nuestros hijos, a nuestras parejas, a nuestros colaboradores y empleados o miembros de nuestras congregaciones, entonces estamos limitando que ellos realmente crezcan y que se expandan todos los talentos, capacidades y ambiciones que cada individuo tiene por naturaleza.

Al suceder esto entonces las personas recurrimos a estrategias de supervivencia las cuales son: la necesidad de luchar, rendirse, salir corriendo ó no hacer nada. Cuando individuos están en alguna de estas 4 etapas quiere decir que algo no esta bien en el medio ambiente en que se desarrollan. Y sobre todo son síntomas de que creencias limitantes dominan sus mentes y su entorno.

Por el lado contrario, aquellos que no viven bajo la tiranía de las creencias limitantes, son personas libres para tomar riesgos, se anticipan a las cosas ya que no viven estancados en la idea que “solo existe una manera de hacer las cosas”.

Cuando tenemos la creencia de la necesidad del control entonces también estamos mandando el mensaje de que las personas (hijos, familia, empleados, miembros, etc.) no poseen la suficiente capacidad para tomar sus propias decisiones en la etapa de vida que se encuentren. Un mensaje que conscientemente no es el que queremos enviar, pero que terminamos por hacerlo al aferrarnos a esta creencia.

 

Entonces ¿Cual es la creencia correcta?

Eso no importa, lo que importa es: ¿Cuál creencia nos capacita mas?, ¿Cuál nos fortalece o nos debilita?

 

Problemática:

Una enorme dificultad con la que todo individuo u organización se encontrará en el camino de dejar las creencias limitante es que la gente se apega emocionalmente a la mayoría de elementos que producen seguridad o confort ya sea en términos laborales, familiares o de cualquier otra índole, lo cual dificulta los cambios.

 

Soluciones:

La primera es buscar creencias que nos den poder en lugar de limitarnos, las siguientes son básicas para iniciar el cambio:

 TRES CREENCIAS ACERCA DE MI RESPONSABILIDAD PARA CAMBIOS PERDURABLES:

  • Creer: “Algo tiene que cambiar”. (No es pensar que “Algo debería” o “Algo podría cambiar”. Mas bien es Algo tiene que cambiar” ¡SIN OPCIONES!)
  • Creer: “Tengo que cambiarlo” (Vernos como los responsables del cambio, para no buscar responsables o culpables afuera).
  • Creer: “Puedo cambiarlo”. (Abrirnos a la posibilidad del cambio)

 

La segunda solución es estar consciente que para que una organización o persona se reinvente a sí misma es preciso que ponga en tela de juicio sus supuestos, visiones, estrategias e identidades básicas. Y solo podemos lograrlo si nos hacemos preguntas sinceras y poderosas.

 

Cuestionar las creencias:

Si haz decidido emprender el camino del cambio, primero que nada toma papel y lápiz e identifica de forma clara las creencias que te das cuenta que te limitan, escríbelas de la forma mas sencilla posible, por ejemplo: “Yo nunca podre hablar en publico

El segundo paso consiste en contestar las siguientes preguntas de la forma más sincera posible:

  • ¿Cómo es de ridícula o absurda esta creencia?
  • La persona de la que aprendí esta creencia, ¿valdría la pena imitarla en este ámbito en particular?
  • ¿Qué me costara emocionalmente no desprenderme de esta creencia?
  • ¿Cuál será el costo para mis relaciones sino me desprendo de esta creencia?
  • ¿Cuál será el coste físico sino me desprendo de la creencia?
  • ¿Cuale será el costo financiero?
  • ¿Cuál será el costo para mi familia y seres queridos sino me desprendo de esta creencia?

 

Este tema es muy extenso pero es mi deseo que este post pueda ser de gran ayuda en tu vida, iglesia u organización. Si esto es así me encantaría saber de que manera este material a logrado ser de beneficio.

Si quieres saber más de este tema puedes dejar tus comentarios o preguntas en este post o en mi correo personal: a.machuca.z@gmail.com

 

Les deseo que tengan un ilimitado y grandioso inicio de semana.

5 comentarios en “CREENCIAS LIMITANTES

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