DUDAS VS CONVICCIONES

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“Toda conclusión es una expresión del cansancio del pensamiento. Del cansancio por seguir preguntando. Cada respuesta es una plataforma para seguir preguntando”.

Blas Pascal, siglo XVII

¿Has sentido la enorme necesidad de que algo tiene que cambiar a tu alrededor?, ¿Necesitas reinventarte, renovarte o simplemente hacer cambios que te ayuden a ti o a tu organización a moverte hacia delante? Si tu respuesta es un rotundo si, no estas solo; somos muchísimos los que deseamos lo mismo. Son muchos los lugares donde la iglesia cristiana de nuestros días clama desesperadamente por renovación. Pero esto no será posible hasta que los individuos que conforman las iglesias, familias y cualquier sistema logren reinventarse primero a si mismas.

He descubierto que la principal razón de la falta de cambio en nuestras vidas son nuestras propias convicciones. ¿Lo habías pensando alguna vez de esta manera? Yo no, hasta ahora.

Una convicción se define como la certeza que tenemos acerca de algún tema en particular. En el campo del coaching se le llama una creencia. La Real Academia Española (RAE) define a la creencia como el firme asentimiento y conformidad con algo. 

La creencia es la idea que se considera verdadera y a la que se da completo crédito como cierta.

*Es importante dejar claro que este post no trata de creencias doctrinales sino de las ideas (convicciones) que damos por ciertas y que aunque las practiquemos en un contexto cristiano pueden ser nuestro principal limite para crecer en nuestra propia fe y en nuestras vidas. Después de esta aclaración, continuemos:

 Con esto en mente debemos comprender que existen creencias que nos ayudan a crecer y nos llevan hacia delante en nuestra vida. Pero existen otro tipo de creencias que nos encadenan y nos limitan. A ellas se les conocen como creencias limitantes. Para profundizar mas en este tema te invito a leer mi post titulado Creencias limitantes.

Si en el pasado algo funcionó es muy común pensar que siempre va a funcionar, así que sin querer, condenamos a las nuevas generaciones a practicar las mismas cosas una y otra vez. Aun nosotros mismos internamente estamos aburridos y algo nos dice que debemos cambiar pero el recuerdo agradable de los éxitos pasados y el miedo al fracaso si intentamos algo diferente nos encadena al mismo sitio. El problema es que cuando permanecemos mucho tiempo sintiendo que algo debe de cambiar pero no hacemos nada solo es cuestión de tiempo para que esa pequeña voz comience a morir y entonces terminar por aceptar el estado de cosas del cual una vez queríamos cambiar o salir de el.

Una de las cosas que mas disfruto de mi trabajo en una sesión de coaching es ver la mirada y los gestos de una persona cuando comprende cuales son sus creencias limitantes. Ayudar a otros a ser conscientes es como podría resumir mi labor.

Pero entonces, si ya comprendí que puedo estar viviendo bajo ciertas convicciones que no me dejan crecer ¿Qué debo hacer?

 ¡DUDA! Haz preguntas, muchas preguntas. Aprende a indagar.

Comúnmente damos un alto valor y respeto a las personas que tienen convicciones firmes, y muchas veces menospreciamos y hasta rechazamos a las personas que están llenas de preguntas y dudas.

Pero la realidad es que si queremos crecer, renovarnos y tener espacios llenos de innovación entonces necesitamos promover una cultura donde las dudas y las preguntas fluyan libremente. Sin prejuicios ni temor.

El apóstol Pablo nos da un gran consejo al respecto:

Examínense para saber si su fe es genuina. Pruébense a sí mismos. Sin duda saben que Jesucristo está entre ustedes; de no ser así, ustedes han reprobado el examen de la fe genuina.

2 Corintios 13:5 (NTV)

 Aquí el llamado es a examinarnos. ¿Qué encontramos en un examen? Preguntas, preguntas y mas preguntas.

Aprender a realizar las preguntas adecuadas es una herramienta poderosa para descubrir si mis convicciones realmente me están llevando a mi meta final: Jesucristo. O si mas bien estoy siendo reprobado sin siquiera saberlo.

Por otro lado, para que una organización se reinvente a sí misma es preciso que ponga en tela de juicio sus supuestos, visiones, estrategias e identidades básicas. Esto solo se logra dudando de su forma de hacer las cosas, preguntándose mucho y todo el tiempo como poder innovar. El problema es que nos apegamos emocionalmente a todos esos elementos y esto termina dificultando los cambios. Como el ejemplo que Daniel Goleman, nos ofrece en su libro “Inteligencia Emocional”, al referirse a la importancia de cuestionar nuestras convicciones al nivel de una organización:

Schwinn era el principal fabricante estadounidense de bicicletas desde mediados de 1950 hasta la década de los setenta. Schwinn, que era una empresa familiar, tardó demasiado tiempo en responder al boom de las nuevas tendencias del motocross y la mountain-bike que tuvo lugar durante la década de los ochenta donde las bicicletas eran hechas de un material mas ligero que el acero durable pero pesado de Schwann, en consecuencia, la competencia extranjera en el nuevo mercado de las bicicletas para adultos, arraso a la marca estadounidense. Los directivos de la empresa, indiferentes al cambio en las tendencias de los usuarios de bicicletas del mercado americano, fueron incapaces de reinventar la compañia. Uno de los ejecutivos de ventas llegó incluso a despreciar las nuevas bicicletas superligeras comentando irónicamente: «¿pero esta bicicleta te llevará a ti o deberás cargarla tú a ella?».

De este modo, los distribuidores extranjeros de la empresa como Giant Bicycles, de Taiwan, a la que Schwinn había encumbrado sin quererlo, pasaron a engrosar las filas de acreedores que en 1992 terminaron llevando a Schwinn a la bancarrota.

Los líderes de Schwinn tenían la convicción de que las bicicletas que le habían dado tanto éxito y el material con el que estaba hechas siempre gustarían y su falta de hacer preguntas tales como: ¿Qué nuevos materiales existen hoy?, ¿Qué necesitan nuestros clientes? Y ¿Habra otra forma de hacer las cosas? Llevo a esta exitosa empresa al desastre.

Pero en las iglesias y a nivel personal sucede lo mismo. Por ejemplo uno de los pecados mas destructivos que corrompen las comunidades cristianas es el chisme. Chisme e intriga disfrazado de la convicción de “te cuento esto para que ores por tal hermano” son un fuego destructor y limita el crecimiento. Como ministro cristiano casi no hay una semana sin que reciba una llamada de algún miembro bien intencionado de mi congregación pidiendo que hable con otro miembro que esta comportándose de forma inadecuada. Pero he encontrado que si la persona que ha visto a la otra persona actuando mal no es la que se lo dice primero, yo termino envolviéndome y aceptando un chisme o rumor. Y lo peor es que con estas acciones fomentamos el ir contra la voluntad de Cristo, cuando enseñó: »Si un creyente peca contra ti, háblale en privado y hazle ver su falta. (Mateo 18:15)

¿Quién debe hablarle a la persona que nos ha hecho algún daño? ¡Pues tú que lo viste! ¿Cómo debes hacerlo? En privado. Si no se arregla la situación Jesús da otras salidas, pero este primer paso es vital y saltarlo solo lleva a mucho dolor y enojo.

En la Antigua Grecia, Sócrates fue famoso por su sabiduría y por el gran respeto que profesaba a todos. A él se le atribuye un método de indagación o de búsqueda de nuevas ideas y conceptos que llevara a las personas a mirar desde otra óptica la ideas.

Un día, un conocido se encontró con el gran filósofo y le dijo: “¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?”

“Espera un minuto”, replicó Sócrates. “Antes de decirme nada, quisiera que pasaras un pequeño exámen. Yo lo llamo el exámen del triple filtro.”

“¿Triple filtro?” , preguntó el otro .

“Correcto”, continúo Sócrates. “Antes de que me hables sobre mi amigo, puede ser una buena idea filtrar tres veces lo que vas a decir. Es por eso que lo llamo el Exámen del triple filtro“…

y continuó: “El primer filtro es la VERDAD. ¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto ?”

“No”, dijo el hombre. “Realmente sólo escuche sobre eso y …”

“Bien”, dijo Sócrates. “Entonces, realmente no sabes si es cierto ó no. Ahora, permíteme aplicar el segundo filtro, el filtro de la BONDAD. ¿Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo?”

“No, por el contrario…”

“Entonces, deseas decirme algo malo de él, pero no estás seguro que sea cierto. Pero aún podría querer escucharlo porque queda un filtro, el filtro de la UTILIDAD. ¿Me servirá de algo saber lo que vas a decirme de mi amigo ?”

 “No, la verdad que no.”

“Bien”, concluyó Sócrates. “Si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno e incluso no me es útil… ¿para que querría yo saberlo?”

 Este es un bello y perfecto ejemplo de cómo usando preguntas podemos detener creencias limitantes en nosotros mismos y a nuestro alrededor.

¿Te interesa saber más de como el coaching puede ayudarte de forma personal ó a tu organización? Estaré más que encantado de poder responder a cualquiera de sus preguntas.

Abrazos.

 

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